Después de una jornada de medición para protección catódica en los límites de Tabasco, Veracruz y Chiapas, con un bochorno y 4 horas de camino, llegamos a la comida, no importaba que había para comer, lo que importaba es que estuvieran sintonizando la copa del mundo y en efecto, llegamos a los cinco minutos de iniciado el partido de aquel histórico 8 de julio.
Yo esperando que fuera histórico por Klose, aquel figura que cuatro cuatro mundiales atrás empezó su historia goleadora, el tipo que hizo que siguiera al Werder Bremen y hoy a la Lazio, como 9 solo comparable con el sueco Larsson, quien en USA 94 llevaba a Suecia a semifinales, aquel mundial que los niños seguíamos por ver a Brasil de Romario, Bebeto y el juego bonito. Ese Brasil que se convirtió en nuestra segunda selección en la colonia, mundial tras mundial le eramos fiel sin embargo la verde-amarela no lo era con nosotros, ni con su gente, menos con el balón, así que tenía ganas de que el balón le dijera: trátame bien o no juego contigo en Maracaná, quería que le dieran un jalon de orejas pero en menos de lo que escribí esto Alemanía había escupido en el rostro de Brasil y a más de uno nos salpicó, paren esto, hagan algo porque mi niño interior quiere llorar.
Esperemos que el pueblo futbolistico después de esta derrota vea el resurgir del Juego Bonito. Hoy contento porque pasó argentina, no porque le vaya sino porque ya no jugará en Brasilia.
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